1 de diciembre de 2020: Día Mundial del Sida

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Me aproximo tímidamente al teclado con el fin de cumplir de la manera más diligente posible la tarea de redactar un artículo con ocasión de un día tan significado como el de hoy.  El motivo es que es tanta la información, son tantas las acciones, tanto el trabajo llevado a cabo, tanto lo que resta por hacer aún, que es imposible hablar del asunto desde un conocimiento exhaustivo. También me hace sentir así escribir sobre una pandemia desde otra pandemia: es el primer 1 de diciembre que conmemoramos inmersos en otra crisis sanitaria de nivel mundial. Lo que me anima a seguir tecleando es pensar que al final, quienes sufren el VIH son personas, familias, de aquí o de allí, la protección de cuyos derechos tenemos encomendada las defensorías locales.

Hace ya 22 años de la primera celebración del Día Mundial del Sida, en 1988, siete años después del reconocimiento oficial de la enfermedad. Desde entonces, el virus ha arrancado la vida a más de 25 millones de personas en todo el mundo, es una de las epidemias más destructivas de la historia, por el momento (en un año de Covid-19 han fallecido 1,6 millones de personas). Este día supone la ocasión de recordar a las personas fallecidas, insistir en la concienciación y en la prevención, así como celebrar los avances que se van produciendo en la investigación de nuevos tratamientos.

Este año, el lema que se ha adoptado es el de “Solidaridad mundial, responsabilidad compartida”. Con gran razón, actualmente somos testigos directos de la incidencia que una crisis sanitaria supone para la sociedad, fundamentalmente, para la parte más vulnerable. La salud está íntimamente unida a los derechos humanos, a la igualdad de género, a la economía y a la cohesión social.

Por tanto, cobran más vigencia que nunca los Objetivos de Desarrollo Sostenible que marca la Agenda 2030, como por ejemplo, el n. 1, FIN DE LA POBREZA o el n. 12, REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES. Tal y como hemos apuntado antes, es innegable la interconexión entre salud y la igualdad, la vulnerabilidad económica, social…

Actualmente, es África el continente que mayor índice de infección presenta a nivel mundial, por sus precarios recursos sanitarios, unido a la escasa educación sexual (aunque en algunos países desarrollados ha empezado a repuntar el contagio de manera preocupante). La covid-19, por ejemplo, ha afectado sobre a todo a las personas con menos recursos y a las más vulnerables, a la vez que las desigualdades sociales, políticas y económicas han amplificado los efectos de la pandemia.

A día de hoy, en todo el mundo hay 37 millones de personas que viven con el sida y una cuarta parte desconoce que tiene el virus. Es fundamental que una persona que recibe un resultado positivo acceda a un tratamiento antirretroviral para que pueda tratarse, tener una vida saludable y evitar la transmisión.

Nos toca ser escrupulosos en la protección de los derechos de las personas con VIH, apoyar las iniciativas para su atención, conseguir una sanidad pública y universal, hacer políticas centradas en las personas, remar junto a las entidades, luchar contra el estigma que todavía supone…

Me voy a detener fundamentalmente en el objetivo n. 3 SALUD Y BIENESTAR, que recoge en su texto extendido referencia expresa al VIH, y tras detallar los datos (de vértigo, por cierto) en cuanto a personas contagiadas, fallecidas, contagios por años… incide en que a nivel mundial, las adolescentes y las mujeres jóvenes enfrentan desigualdades de género, exclusión, discriminación y violencia, lo que las pone en mayor riesgo de contraer el VIH, principal causa de muerte tanto para las mujeres en edad reproductiva en todo el mundo como entre los adolescentes (de 10 a 19 años) en África y la segunda causa más común de muerte entre los adolescentes en todo el mundo.

Cabe destacar que entre las metas de este objetivo se halla el de poner fin para el año 2030 a la epidemia del SIDA, entre otras. Lamentablemente, lo que ha puesto de manifiesto la pandemia por la covid-19 ha sido que ese objetivo de un mundo libre de pandemias se aleja. Se irán unas, y vendrán otras.

Otras metas, básicamente referidas a los países en desarrollo, son las de apoyar las actividades de investigación y desarrollo de vacunas y medicamentos para las enfermedades transmisibles y no transmisibles y facilitar el acceso a medicamentos y vacunas esenciales asequibles, así como aumentar sustancialmente la financiación de la salud y la contratación, el desarrollo, la capacitación y la retención del personal sanitario. También, reforzar la capacidad de todos los países en materia de alerta temprana, reducción de riesgos y gestión de los riesgos para la salud nacional y mundial.

¿Qué podemos hacer desde las defensorías locales ante este reto mundial? En el Congreso Internacional de Defensores Locales celebrado en Girona en el año 2016, acuñamos el lema “Pensamos globalmente, defendemos localmente”. Por tanto, nos toca, sin perder de vista el faro que constituyen los ODS, trabajando de lo local de manera que trascienda a lo global: ser escrupulosos en la protección de los derechos de las personas con VIH, apoyar las iniciativas que surjan para su atención, poner nuestro granito de arena en conseguir una sanidad pública y universal, poner el foco en la necesidad de hacer políticas centradas en las personas, remar junto a las entidades que hacen más fácil la vida de los y las afectadas por este virus, luchar contra el estigma que todavía supone,…

En resumen, todas estas cuestiones que se han puesto de relieve de manera inusitada en este 2020 que está llegando a su fin. El coronavirus ha puesto en evidencia la necesidad de una sanidad fuerte, dotada de suficientes medios económicos y personales, la importancia de la solidaridad, de la empatía, de la responsabilidad social y de lo comunitario. Confío en que, al habernos acercado la gran mayoría de la población mundial a este abismo, seamos, como sociedad, capaces de interiorizar la necesidad de responsabilizarnos, de ser solidarias, de ir dando pasos hacia ello y como defensores y defensoras locales, colaborar para intentar lograrlo.

Leire Zugazua Urturi
Sindikoa – Herritarren Defendatzailea
Síndica – Defensora Vecinal de Vitoria-Gasteiz

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